Situada dentro de la Reserva Ecológica de Varahicacos se halla la Cueva de Ambrosio, una gruta natural que constituye un reducto arqueológico que guarda un notable conjunto de pictografías de arte rupestre realizado por las diferentes culturas aborígenes que habitaban esta zona de la Península de Hicacos hace siglos.
Declarada monumento local en 1979, la Cueva de Ambrosio es actualmente uno de los reductos arqueológicos más importantes del Caribe, guardando en su interior un conjunto de medio centenar de pictografías aborígenes cuyo antigüedad está estimada en más de dos mil años, dibujos que fueron pintados en rojo y negro, y que incluyen desde figuras geométricas hasta estilizaciones humanas.
La Cueva de Ambrosio contiene cinco espacios; el más amplio e importante es la Sala de las Claraboyas, una denominación que recibe por poseer diez aberturas en el techo desde donde penetra la luz solar, lo que le confiere a la cueva un ambiente absolutamente seco, característica que la diferencia del resto cuevas (húmedas) existentes en Cuba. Diversos estudios arqueológicos demostraron que esta cueva ha sido utilizada tanto por los aborígenes locales para actos ceremoniales como por esclavos en distintas etapas de la historia, y también se especula que sirvió como refugio a piratas.
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